19 - 21 meses

Patadas, mordiscos y golpes: cómo entender y responder a las rabietas de tu hijo

No hace falta que te lo digamos: la infancia tiene sus retos. Dar patadas, morder y pegar son acciones comunes en niños pequeños y puede ser difícil saber qué hacer y cómo reaccionar, especialmente si pasa delante de otras personas o en casa de alguien.

Es importante recordar lo siguiente: este tipo de comportamientos son muy comunes en esta etapa del desarrollo y alcanzan su punto más alto entre los 18 y los 24 meses. Que tu hijo patee, muerda o pegue no dice nada de que sea “bueno” o “malo” Como tampoco dice nada sobre tu forma de criar a tu hijo.

Sin embargo, entender las razones por las que tu hijo puede comportarse así, y tener algunos trucos bajo la manga, puede ser de gran ayuda.

¿Por qué los niños pequeños dan patadas, muerden y golpean?

Tu hijo no quiere hacerte daño. Cuando los niños pequeños dan patadas, muerden o pegan están experimentando; casi todos lo hacen en algún momento. Aquí está el porqué:

Empatía

Tu hijo está empezando a darse cuenta de que tiene su propia personalidad, lo que supone el inicio del desarrollo de la empatía. No obstante, tu hijo aún no es capaz de entender cómo sus acciones afectan a los demás. La empatía es una habilidad que tarda años en desarrollarse.

Autocontrol

El córtex prefrontal de tu hijo, el área del cerebro que le ayuda a tomar decisiones y a gestionar las emociones fuertes, aún no está completamente desarrollado.

Comunicación

Como todavía no pueden expresar todas sus emociones, especialmente al momento, a veces estos grandes sentimientos salen con una patada o un mordisco.

¿Qué puedes hacer con tu hijo que patea, muerde y pega?

Este tipo de comportamiento puede ser alarmante y, a veces, puede provocarnos una reacción que no esperamos o de la que no nos sentimos orgullosos, como un destello de ira, agarrar el brazo de tu hijo con demasiada fuerza o hablar con excesiva dureza.

Hay formas de responder que son cariñosas, firmes y efectivas. Cuando tu hijo pega, busca una respuesta y por este motivo tu reacción es importante.

Mantén la calma

Por mucho que te sientas obligado a agarrar la mano de tu hijo y actuar a raíz de tu propia vergüenza o enfado, puede ser contraproducente. El cerebro de tu hijo no es lo suficientemente maduro para procesar el «haz lo que yo digo, no lo que yo hago». Si respondes con demasiada contundencia y/o con un tono de voz alto y agudo, estás modelando lo que intentas enseñar a tu hijo a no hacer.

Una reacción demasiado contundente también puede obligar a tu hijo a recrear la escena para que tenga más sentido. Si experimenta un momento de miedo y sorpresa ante tu contundente reacción, es posible que quiera probar esta nueva sensación. Lo único que sabe en ese momento es que ha dado una patada, un mordisco o un golpe y que tú has reaccionado de una manera que le ha asustado. ¿Volverá a pasar? Mientras establecen una conexión en su cerebro entre el miedo y el ataque, pueden seguir explorando el comportamiento.

Sé cariñoso en tu respuesta, pero también firme y claro

Una respuesta medida y decidida cuando se produce este comportamiento es difícil, pero marca una gran diferencia. Aparta su mano con calma y suavidad y dañe una explicación rápida: «no pegues» o «no puedo dejar que pegues».

Apártalo

Hombre abrazando a un niño molesto

A veces, es posible que tengas que coger físicamente a tú hijo y sacarlo de la escena con la mayor calma posible. Si eres tú quien recibe los golpes, puedes probar a tumbarlo y luego sentarte en el piso detrás de él mientras lo abrazas fuertemente. Esto crea un límite que puede ser tranquilizador y tu presencia le asegura que estás ahí pase lo que pase. Puedes decirle con voz tranquilizadora algo sencillo como por ejemplo «pegar no está bien, estoy aquí y te quiero».

Validar lo que siente

Puedes validar los sentimientos que provocaron un determinado comportamiento, aunque no lo aceptes. Con voz calmada di «Veo que estás muy enfadado. Esperar tu turno es difícil, pero pegar duele y no está bien».

Dar la atención a la persona afectada y comprobar su estado

«Mira, golpear hizo que tu amiga se sienta triste. Ahora está llorando. Vamos a ver si podemos ayudarla». En lugar de obligar a tu hijo a disculparse, céntrate en modelar la empatía mostrándole el impacto de su comportamiento justo después de que ocurra.

Sé paciente y coherente. El viaje de tu hijo hacia el autocontrol, la comunicación y la empatía lleva tiempo y es posible que tengas que hacer este tipo de entrenamiento más de una o dos veces. Recuerda que, aunque te dé vergüenza, las patadas, los mordiscos y los golpes son habituales y en ningún caso son un indicador de la personalidad de tu hijo.

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Posted in: 19 - 21 meses, Desarrollo del bebé

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